DOS APUNTES
EDQYD 1 septiembre 2009
No se me da.
Convenido, seré veraz y diré que la poesía nunca fue de mi agrado. Recuerdo con sobresalto los estudios en el colegio de Madrid, de esa parte de la Gramática, llamada Poesía. Aguantar la lectura y memorización de los diverso términos del verso, la métrica, si eran cuartetos, sonetos y ¡qué sé yo! Memorizarlos, leerlos y –entraba el pánico- a veces declamarlos. Cuantas veces no me distraía en clase Ya todo lo olvidé.
Debo declarar que de chico me gustaba oír a Henry – a él sí le apasionaba- declamar ese verso sobre un bergantín. Sólo recuerdo la primera línea “Viento en popa a toda vela”. Tenía ese don
Ello no me privaba de que leyese el teatro de Lope de Vega, Calderón de la Barca, Shakespeare, o los sonetos de Quevedo, o del empalagoso Becquer, y aún, (lo relaté en mi autobio: Mis Primeros Veinte Años), haber concurrido a escuchar el Ricardo II, de Shakespeare. Acaeció en San Francisco en 1940. Compré una entrada pues el protagonista era Maurice Evans, el más famoso intérprete shakesperiano de su época. Aguanté hasta el intermedio. Junto conmigo, se salió bastante público.
Lo olvidado, olvidado está. Sin embargo, persiste en mi memoria, como reminiscencia, las primeras líneas del monólogo de Rosaura de La vida es sueño. “Hipógrifo violento que corristes pareja con el viento…”
Si en la computadora se puede pulsar una tecla para borrar algún contenido. Igualmente deberíamos tener en la mente un impulso para realizar la misma operación.
EL VALS DE MUSETTA
¡Pobre Musetta! La única aria que tiene en La Bohème, y el mismísimo Puccini se encarga de estropearla.
Estamos en el segundo acto, una plazoleta del Barrio Latino, frente al Café Momus. Un gen tío pulula por el escenario: Cantan coro de hombres mujeres, y entre la muchedumbre, pilluelos, vendedores, estudiantes, camareros, comensales y al final del acto hasta soldados. Los bohemios con Mimí se encuentran sentados en una mesa. No ocurre, en cuanto a canto, nada de particular, hasta la llegada de Musetta y el comienzo de su célebre canción-vals: Cuando men vo soletta per la via (Cuando voy solita por la calle). Al acabar la primera estrofa viene el desastre. A Musetta la interrumpe Marcello con una tonta obstrucción y Alcindoro con ¿qué dirá la gente? y entorpecen la atención del público, pues el final, pasa casi inadvertido, y por lo general aplaudido tibiamente.
En cambio.
Oír esta aria en concierto, sin las interrupciones ni la algarabía de la escena, es otra cosa. En una película grabada en los años treinta, la incomparableConchita Supervía, nos deleitaba con su exquisita y atrciopelada voz. Ya en 2006, un video procedente de un concierto en el Waldbhüne berlinés , el Vals lo canta Anna Netrebko con garbo, temperamento pasional y en la última frase ma ti senti morir, arriba al agudo final y lo sostiene intenso, potente, timbrado y emotivo. ¡Esplendorosa!
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