martes, 4 de mayo de 2010

Peculiaridades de los Artistas (y de otro que no lo es)

EDQYD 2 mayo de 2010



Henryk Szeryng
A Henryk Szeryng le contrariaba que se dijese que era de origen polaco. Me pidió que en la biografía que se publicara en sus programas figurase como de origen polonés


André Tchaikowski
Hace algunos años, salió en los periódicos una noticia macabra. André Tchaikowski (Andrej Czajlowski), en su testamento (había fallecido en 1982) legó su cráneo (skull) a la Royal Shakespeare Company para ser utilizado en Hamlet.


Witold Malcuzynski
Ya me lo sabía, cuando arribaba a México Witold Malcuzynski, era cumplir con el ritual de efectuar una expedición por los principales hoteles hasta que alguna suite le apetecíera para su estancia.


Tamara Toumanova
Tamara Toumanova, la famosa ballerina rusa, siempre terminaba sus conciertos con “La Muerte del Cisne”. Aquí en México un año ofreció 5 conciertos siempre acabando con el Cisne. El público encantado no se hastiaba. Me dijo que esa parte final era el “clou” de su actuación.

Jascha Heifetz
Aguardaba en el aeropuerto la llegada de Jascha Heifetz. Me vio, miró por encima de mí y preguntó: “¿Where is your father?” Le expliqué que estaba en Río y no podía llegar. Sin más, me contestó: “If your father is not here by tomorrow, I will not play.” Temblé. Envié un telegrama urgente explicando el problema. Al día siguiente, Heifetz me recibió en la suite del Hotel Reforma muy amable. Había recibido un largo cable de mi padre aclarando que se encontraba enfermo, pero no deseaba que la familia se enterase. Heifetz exigía la presencia de mi padre en todas sus giras por países de Latinoamérica. Con gran alivio mío tocó los 4 conciertos programados.


Walter Gieseking
Walter Gieseking -me lo contaron, porque yo no lo conocí- cuando estaba en México gustaba ir a la falda del volcán para atrapar mariposas. Era su pasión.



(Y yo)
EDQYD de niño en Madrid, cuando encaminaba sus pasos por las calles tenía la manía (sigue) de contar los pisos de las casas y edificios. En la Gran Vía calculó los de La Telefónica, el edificio más alto de Madrid, y de Europa (??), de aquella época.

Al llegar a Nueva York se le presentó un dilema por los rascacielos. Una vez, iba de paseo con Conchita que le hablaba o preguntaba algo. Al no contestarle ella se enfadaba, pero ¿cómo iba a responder si su mirada estaba puesta en un edificio de enfrente y mentalmente había apreciado 17 pisos y aún le faltaban otros tantos?

miércoles, 28 de abril de 2010

Rubinstein, Tres Relatos




RUBINSTEIN, Tres relatos.
EDQYD 25 abril de 2010


Viajé con Arturo Rubinstein en cinco giras por países de Latinoamérica, unas más extensas que otras.

Habíamos llegado a Guatemala por la mañana y en el aeropuerto estaba el representante de Conciertos Daniel, Gastón Pellegrini que nos llevó al hotel. Después de comer, Don Arturo propuso ir al cine esa tarde. Fui con él, vimos una película inglesa de no recuerdo que título. El concierto de Rubinstein tendría lugar al día siguiente. Pellegrini nos invitó a que esa noche fuéramos a un concierto de la orquesta local con un violonchelista guatemalteco. Yo supuse que Rubinstein hubiera preferido descansar temprano. Pero cuando se enteró que el solista tocaría el concierto de Lalo, aceptó de inmediato. Me dijo que Lalo había introducido en el concerto un tema español que le gustaba mucho.
Por más que puse atención no logré descubrir ese pasaje con el motivo español.
Hace poco escuché el CD de ese concierto con Yo-Yo Ma, y sigo en blanco. ¡Tengo que localizarlo!


A Quito, situada a una altitud mayor que la de México, arribamos con un día de anticipación a su concierto. La presidenta de la Sociedad Filarmónica, Sra. X., nos llevó esa mañana a visitar las diferentes iglesias. Todas de una magnificencia esplendorosa y desbordante. Ya en el hotel recibí una llamada de un empresario de Guayaquil. Quería contratar a Rubinstein. Se había enterado que al día siguiente del concierto llegaríamos a Guayaquil por la mañana para conectar esa noche con otro vuelo a Panamá. Me propuso que el concierto comenzara a las 16 horas y que al término tendríamos suficiente tiempo para ir al aeropuerto. Me desconcertó. ¿Tendrá usted tiempo para programarlo? Le pregunté. Y además faltaba la aprobación de Rubinstein. Lo consulté. Primero le lancé el anzuelo; “Pagan dos mil dólares y el hotel”. Ante mi asombro, no dudó un segundo. Me dijo que eso le traería recuerdos de tiempos pasados cuando mi padre iba programando conciertos de ciudad en ciudad. Don Arturo era coqueto. En el camerino antes del concierto me pidió le pusiera en el pelo por atrás spray para que no se le abriera el cabello.
El teatro de Guayaquil era pequeño y se llenó totalmente con un público entusiasta. Fue su último concierto de esa gira. Rubinstein me manifestó que mientras tocaba seguido los conciertos se encontraba siempre con brío y enérgico, pero una vez que terminaba la gira, como aquí en Guayaquil, su estado anímico sufría un decaimiento.
En medio de una tormenta, el vuelo a Panamá fue agitado, parece –digo parece por que yo me dormí- que el avión se “sacudía” entre rayos y truenos. Don Arturo me dijo que sintió miedo. De Panamá Rubintein salió para Los Ángeles y yo a México.

1965. Había llegado a Nueva York para ir con Rubinstein a San Juan, P.R. Mi padre lo había contratado para el Festival Casals para una presentación con orquesta y un recital. Esta vez, Rubinstein viajó con su esposa Nela y su hija Eva. Nos recibió en el aeropuerto, y siempre estuvo con nosotros, Alfredo Matilla, muy amigo de mi padre que lo representaba en Puerto Rico. Matilla había sido Director de las Actividades Culturales de la Universidad de Puerto Rico. Esa noche asistimos a un concierto dirigido por Casals, Por la mañana durante el ensayo Matilla me presentó con él, que se interesó por la salud de mi padre. Casals dirigió la Tercera de Brahms y tuvo como solista a Menuhin a quien saludé en el intermedio.
Después del concierto fuimos a cenar a un restaurante. Antes, había comentado a Rubinstein que de la sinfonía 3, de Brahms solamente me había entusiasmado una grabación de Bruno Walter, pero no las interpretaciones en conciertos o de otras grabaciones. Me respondió en inglés: “Because it’s a tricky symphony for conductors”. .
En el restaurante me pusieron a la cabeza de la mesa. A mi derecha, se sentaron Nela y Matilla, y a mi izquierda, Don Arturo, Alexander Schneider y Eva. Estuvo muy animada la charla. A saludar a Rubinstein se acercó Leonard Bernstein, muy joven entonces, a quien llamaban Lenny. A Matilla y a mí no nos lo presentaron.
Rubinstein ofreció sus conciertos con el éxito, como de costumbre, extraordinario. Volvimos a Nueva York, ellos viajaban en primera clase y yo en turista, así que ya no les vi. Al día siguiente retorné a México.

domingo, 18 de abril de 2010

TRES ARTISTAS – TRES RECUERDOS

TRES ARTISTAS – TRES RECUERDOS

EDQYD 18 abril 2010


Kleiber, en sus charlas nos contaba que Hans Knappertsbusch conseguía

de la orquesta los climax más fortíssimos, sin mayores aspavientos exagerados, pues lo realizaba con un leve movimiento de su muñeca. Tengo varias grabaciones en LP de este director. El otro día puse el LP de la Quinta de Bruckner y pude volver a confirmar como Knappetsrbusch lograba en esta sinfonía crear gigantescas masas de sonido y pasajes líricos delicados, tal vez alargando un poco los tempi, pues era un director sin prisas. (Soy afín a Bruckner y Mahler)

¿Alguien de vosotros ha escuchado la Sinfonietta de Janacek? Yo sí.


Erich Kleiber



Erich Kleiber Encontré el LP de esta obra, dirigida en 1969 por un joven Claudio Abbado, enseguida recordé que estuve presente en el Teatro Rex de Buenos Aires, en 1951, cuando Jascha Horenstein la dirigió. Me impresionó entonces –y ahora- porque nunca antes había oído en una obra sinfónica una fanfarria orquestal de tal magnitud, como ocurre en el primer movimiento y al término de la obra que dura unos 23 minutos. Janacek pide no menos de 13 trompetas, 3 tubas, timbales y percusiones, además de las cuerdas, maderas y metales usuales.



Claudio Abado


La fanfarria del primer movimiento, con registros sonoros intensos, evoca a una banda militar. Es impresionante. Los siguientes movimientos transcurren, se

puede decir, calmados, para que en el último vuelva a traernos Janacek con otra repetitiva fanfarria para concluir con un brillante climax de irresistible final.

Horenstein vino a México varias veces. Le debo haberme introducido (tardíamente en 1955) a Mahler con la Primera Sinfonía, y haberle escuchado -1944- la versión más relevante –y reveladora- que he escuchado de la Quinta de Tchaikovsky.


David Oistrakh se

presentó en México en 1962. Era un hombre de trato jovial, carente de egocentrismo, pasado un poco de peso, más bien bajo que parecía más que un artista un dependiente o, exagerando, un tendero. ¡Pero, qué violinista! Junto con Heifetz eran los dos colosos del siglo XX.

Me regaló un disco, que como era de la marca rusa Melodya lo supuse de baja calidad. ¡Cuán erróneo estaba! Lo escuché ahora y comprobé la magnífica calidad de sonido. La interpretación –hay que oírla- EXCELSA, pero con egoísmo no comunico mi sentir ni mi impresión..

jueves, 25 de marzo de 2010

El Peñon de Ifach, Ayer y Hoy



Varias vistas desde la cima del Peñón de Ifach.

Las dos fotos recientes (no son mias. Las he tomado del web).

Las fotos no son exactamente las mismas, pero son parecidas en el sentido de que llevan la misma dirección de la cima a la playa de la Fosa.

La primera foto demuestra el nivel de crecimiento urbano que hay hoy en día.

La segunda foto enseña lo que se ha convertido en un parque. Aqui se ve bien los terrenos donde estaba la casa.

La última foto es de los 70s. En esta foto se pueden ver no solo la casa principal (Villa Madrid), pero también casas de huespedes que se habian construido

Ricardo en la Terraza de Villa Madrid en Calpe



Esta foto de Ricardo con melena asoleandose en la terraza de la casa de los abuelos es de la primavera de 1974. Yo estaba estudiando en Londres y durante las vacaciones de pascua, tome un avion a España, donde pase unos dias en Calpe. Maria de los Angeles, tambien estaba estudiando en Londres y habia ido a España. A ella no se la ve bien, pero esta detras de Ricardo.

Janine Chichen Itza Mexico 1974


Esta foto de Janine en Chichen Itza es de un viaje que hizimos al Yucatan en 1974?. Fuimos por avion de la ciudad de Mexico a Merida donde estubimos unos dias. Despues visitamos las ruinas de Chichen Itza y Uxmal.

Para visitar Chichen Itza y Uxmal fuimos en auto, que tomo varias horas por la selva, hasta llegar a un hotel cerca de las ruinas de Chichen Itza. El hotel estaba casi vacio. Recuerdo que un dia en el comedor, no se si hera para el almuerzo o la cena, derrepente hubo un alboroto con una tarantula que se acercaba por el piso a una mesa con una familia americana. Antes de que llegara a la mesa, dos de los meseros calzados de huaraches la empujaron con los pies hacia afuera. Lo que no me acuerdo es si la mataron o la dejaron que saliera al jardin del hotel.

De las ruinas, lo que mas recuerdo es de Chichen Itza (quizas porque he ido mas veces). Sobre todo la piramide Kukulcan (mayor), el Caracol, el templo de los Guerreros, el Chack Mool y el gran cenote en Chichen itza. De Uxmal, lo unico que recuerdo el edificio de las Monjas.




martes, 2 de marzo de 2010

Mis Primeros Discos





Mis primeros discos
EDQYD
1 mayo de 2009



Desde mi llegada a México decidí tener una colección de discos. Los
primeros que compré fueron los cinco discos de 12 pulgadas de la
primera sinfonía de Brahms, grabada por la orquesta NBC, dirigida por
Arturo Toscanini. Los adquirí en una de las sucursales de la
RCA-Victor, que me quedaba cerca del departamento -en la calle Madero
nº.71-. También obtuve un tocadiscos (fonógrafo) rudimentario. Pronto
me percaté que el sonido no era satisfactorio, ni grato al oído. No
pasó mucho tiempo antes de que adquiriera en la Casa Wagner, esquina
de San Juan de Letrán y Artículo, un equipo alemán “Punto Azul”; un
lujoso gabinete que incluía un sintonizador-amplificador, tocadiscos y
varias bocinas. Ahora sí podía disfrutar de la música.

Después de los conciertos de Erich Kleiber busqué algún disco dirigido
por ese director; no lo encontraba hasta que alguien me orientó a
visitar la Casa Veerkamp.
Éste negocio estaba en la calle de Mesones nº.21. Allí fui, bajé por
San Juan de Letrán y después de caminar algunas calles topé con esa
tienda. Era una casona vieja. En el piso principal y superior se
exhibían pianos e instrumentos musicales. En el sótano se encontraba
lo que buscaba. Los discos no estaban a la vista, sino en estantes
detrás de un mostrador atendido por una persona que mostraba a uno
los discos disponibles en unas hojas mecanografiadas. Ya quedaban
pocos, pues no había importación, eran los años de la guerra (1943).
Tenían, mayoritariamente, discos Polydor y Telefunken. Fui varias
veces a Casa Veerkamp y compré varios discos alemanes de esas marcas
que eran de mayor grosor que los Victor o Columbia. Me hice, entre
otros, de tres discos dirigidos por Kleiber: El Moldava, de Smetana,
un Nocturno, (de) Una Noche de Verano de Mendelsohn, y de Rosamunda,
de Schubert, un Entreacto. Además, fue curioso conseguir la sinfonía
nº.40 de Mozart, dirigida, nada menos, que por Richard Strauss.

Me interesé también por discos de otras marcas, RCA Victor, Columbia,
Vox. Perseguía, por decirlo así, una Novena de Beethoven determinada.
La encontré en una tienda de Discos Columbia, de la calle Artículo.
Solamente tenían un ejemplar y el dueño me dijo que lo tenía reservado
a una dependienta de la tienda. Tanto insistí, que el dueño se lo
quitó a la chica ( le vinieron lágrimas) y me vendió el álbum de 8
discos. ¡Qué malévola acción la mía! Pero anhelaba obtener esa
Novena, dirigida por Weingartner, con cantantes- solistas famosos.

Me suscribí a la revista Gramophone de Londres y todos los meses
recibía un resumen de las críticas de las grabaciones nuevas. Y por
medio del Gramophone Shop me enviaron la obra completa para piano de
Beethoven, grabada por Artur Schnabel. Recibí 13 volúmenes (numerosos
discos) de un total de XV, pues el I y II estaban agotados. Un
tesoro.

En 1946 acompañé a mi padre a Nueva York. Vimos en varias ocasiones
a Jascha Horenstein, quién nos comentó que un ingeniero apellidado
Fisher, que fabricaba unos aparatos de amplificación de sonido de los
llamados de Alta Fidelidad, le había regalado uno y decía –Horenstein-
que nunca antes había escuchado un sonido más fiel y puro.

Desde ese momento me propuse poseer uno.






-2-
Mis Primeros Discos



En cuanto me lo permití, ordené un equipo Fisher que me enviaron desde
Nueva York. Llegó, pero ¡oh! contrariedad. Lo detuvieron en la
Aduana del aeropuerto y reclamaban un impuesto del 100%, más el Ad
Valorem. Utópico, había enviado todos mis ahorros. ¿Qué hacer?
Recurrí a Conchita Alsina. Ella fue a ver a la Srita. Muro, de la
Secretaría de Hacienda. Y voilâ, en un pispás, mediante una pequeña
suma a la Aduana recibí el envío. No era un mueble, sino las “tripas”.
Eran tres componentes muy pesados. Un amplificador-radio de bulbos,
el tocadiscos, grande de un metro de largo por cuarenta de ancho. Un
“Lincoln Changer” único, pues en una sección de la parte izquierda se
colocaban los 4. 5 o más discos de una sinfonía, y por succión, un
brazo los tomaba uno a uno, los colocaba en el centro donde
automáticamente bajaba el “pic up” de la aguja; al terminar la primera
cara del disco, lo volteaba, y al final lo depositaba en un
compartimiento del lado derecho. Una maravilla, pues no era necesario
manipularlos. El tercer componente era una bocina de 12 pulgadas con
un “tweter” incluido (Coaxial Speaker). Posteriormente me vendieron
en Trans Radio de la calle de Artículo nº126, un gabinete acústico
marca “Stephens”, (modelo 418-True Soinic), triangular, para ser
colocado en una esquina. Contenía 2 bocinas de 15 pulgadas para los
graves, y un “tweter” para los sonidos agudos. Mayor fidelidad.

Los domingos difundían por la radio, en directo, los conciertos de la
Orquesta Sinfo-Filarmónica de Nueva York. Al principio, a mi llegada,
creo los dirigía John Babirolli (aún no era Sir) que tenía que
soportar a los críticos, mayoritariamente adversos, que lo menos que
le recalcaban era que la orquesta le quedaba grande.

Además, escuchaba buena música por la XELA. Por las tardes, la XEQ
transmitía óperas completas grabadas en los años treinta en Italia,
todas provenientes de La Scala de Milán. Tomé notas de casi todas de
ellas.

En la revista Musical, de abril de 1948, que editaba y distribuida a
sus socios la Asociación Musical Daniel, se dio a conocer “Un invento
revolucionario en la grabación de discos”. Se trataba de los nuevos
discos LP , experimentados en los laboratorios de la Columbia Records,
invención atribuida a Peter Goldmark, sobrino del famoso compositor
vienés del mismo nombre. Pronto, estos discos irrompibles que se
tocaban a una velocidad de 33 1/3 revoluciones por minuto eclipsarian
a los antiguos de 78 r.p.m.

Me aferré por bastante tempo a mis viejos discos, pero llegó el
momento indeseado de deshacerme de ellos. Los vendí con pesar. Todo
llega a su fin.


(de: “Los Años Cuarenta” Una Mirada al Pasado)

Quién desee recibir las listas de “Mis primeros Discos” y “Óperas
escuchadas”, prometo enviarlas.